El muro - Jean-Paul Sartre
Hace tiempo me había prometido no volver a leer a Sartre nunca más.
La semana pasada, mientras paseaba entre los pasillos de una librería, un libro me llamó. Justo debajo de un letrero de oferta, estaba El muro diciéndome que a él no lo había leído, y que sería diferente a los demás, ya no sería teatro, ni filosofía pura, ni una novela nauseabunda, con voz inocente me dijo que era simplemente un librito de cuentos. Y lo compré. Y lo leí.
Yo no sé si me gusta lo que piensa Sartre o no (me inclino más a que no), tampoco sé si me gusta literariamente o no (aunque creo que ahí me inclino más a que sí), pero estoy seguro de que cada vez que leo a ese señor, el corazón se me llena de una amargura viscosa que es exageradamente difícil de sacar.
El muro consta de cinco cuentos (o cuatro y una novela corta) terribles, desde los hombres que esperan su fusilamiento hasta el niño bisexual, pasando por el misántropo cobarde que quiere matar personas, todo es un asco; y Sartre que se empeña en desconocer los sucesos del pasado de las personas como causa de sus actos, achacando toda la responsabilidad al presente.
Mi única solución para sacar la amargura es pensar, obligarme a pensar, que aquellos tiempos han pasado, la época más asquerosa en la historia de la humanidad, en sus actos y en sus pensamientos, el siglo XX, se ha quedado completamente atrás.