El baúl de los libros

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miércoles, junio 29, 2005

Boquitas pintadas - Manuel Puig

En el post que escribí sobre Por el camino de Zwann comenté un poco sobre la supuesta revolución literaria provocada a principios del siglo XX por Joyce, Proust y Kafka, retomo el tema agregando a Thomas Mann, por muchos críticos olvidado al hacer este tipo de valoraciones.
En realidad la influencia en los escritores futuros fue dada por un libro de cada uno de ellos (el Ulises de Joyce, La montaña mágica de Mann) y dos de Kafka (El proceso y La metamorfosis) más que por toda su obra.

Al leer Boquitas pintadas no pude dejar de pensar en Ulises a lo largo de toda la obra. Se nota la influencia del Ulises en cualquier libro en que se escriban y describan los pensamientos tal y como se dan en el cerebro, esto es, saltando y pisoteándose unos a otros, pequeñas reflexiones sobre un tema preocupante, sobre el clima, sobre lo que se ve, sobre un tema irrelevante, sobre un olor, sobre un recuerdo, sobre todo y sobre nada. Esta manera de describir el pensamiento es lógica y bastante realista aunque un poco complicada para el lector, que necesita poner toda su atención en lo que lee, en otras palabras requiere dejar de pensar en el modo lógico y realista en que precisamente está escrito el libro.

Aunque no tan recurrente como la del Ulises, la influencia de La montaña mágica en este libro es mucho más evidente. Juan Carlos, el personaje pasivo en torno al cuál gira toda la novela, tiene tuberculosis y se va a curar a un sanatorio de montaña en que se aburre mucho, por las tardes se tiene que envolver en una manta, prefiere dar paseos por los alrededores a quedarse en el sanatorio, le falta dinero, se va a una pensión, y yo digo que cualquier parecido con Hans Castorp es mera coincidencia. ¡Ah! Olvidaba que también va a que le lean las cartas, por supuesto nada que ver con las sesiones espiritistas de Castorp.

Basta ya de descubrir similitudes, no es malo tener influencias, es malo tener influencias de escritores malos, pero ¿de Joyce y de Mann? ¿Qué escritor del siglo XX se hubiera atrevido a decir que no quería que su escritura se pareciera, aunque sea un poco, a la de ellos?

Boquitas pintadas es una combinación de La montaña mágica, Ulises y uno que otro folletín amoroso y rosa de esos que se usaron hace cincuenta años y de los que ya nadie se acuerda. Del experimento de Puig resultó un libro ameno, una historia romántica pero bien escrita, un escrito culto con tema fútil, un libro al alcance de todos que no molestará a nadie leer, pero que no puede ser el favorito ni de él mismo.

jueves, junio 23, 2005

El Golem - Gustav Meyrinc

El mayor provecho que le puedo sacar a esto de escribir un blog sobre libros, es aprender más sobre éstos y recibir ideas frescas.

Cuando escribí sobre Satán en Goray, Portnoy me recomendó ampliamente El Golem, si no fuera por eso aún no lo habría leído, así mismo hay varios libros recomendados por ustedes que están a punto de ser leídos por mí. Desde ese punto, me siento satisfecho de lo que estoy haciendo aquí.

El Golem es un libro lleno de simbolismos esotéricos y oscuros, intenta ser un poco de terror y en muchos momentos lo logra. Su lectura es un placer.

Sólo hay una cosa que no puedo dejar pasar, le falta sutileza. Desde el principio se sabe a qué nos enfrentaremos (debido a la ambientación y a la manera en que discurren los pensamientos), en ese sentido es como una película de terror de esas que causan estremecimiento desde el momento en que empiezan, sin dejar tiempo para sentir el crecimiento de la ansiedad.

Dada la magia del libro, lo anterior no es más que una nimiedad, una vez que se entra al escenario, todo nos envuelve y nos llena de dudas, no hay ninguna certeza, página tras página conocemos un poco menos de realidad un poco más de miedos.

miércoles, junio 15, 2005

Abecedario de autores literarios

Propone Omar hacer un abecedario de autores favoritos, el ejercicio me pareció interesante aunque no dejé de encontrarme con algunos problemas. El primero es el orden, se me hace injusto con los Joseses, Jesuses y Juanes que para el orden alfabético se tome el nombre y no el apellido por lo que cambié eso. El segundo es la decisión; tengo que advertir que Omar es matemático por lo que le es fácil hacer ese tipo de abstracciones; para mí es de lo más complicado, en la K y en la M no pude decidir, por lo que dejo dos, aunque yo mismo sé que estoy haciendo trampa.

Con los autores de cine empecé muy bien con Woody Allen, pero en la B me quedé atorado por lo que decidí no seguir.

En música fue todo lo contrario, en la D no puede decidirme entre Debussy, Dylan y Miles Davis, en la M Mahler, John Medesky y T. Monk me parecen igualmente buenos de manera que me niego a decir quién es mi favorito. Por lo tanto sólo hice el literario con las salvedades antes mencionadas y la advertencia de que la U fue simplemente un peor es nada.

a. Juan José Arreola
b. Isaac Bashevis Singer
c. J.M. Coetzee
d. Dostoyevski
e. Umberto Eco
f. F.S. Fitzgerald
g. Gunter Grass
h. Victor Hugo
i. Jorge Ibargüengoitia
j. James Joyce
k. Imre Kertesz / Milan Kundera
l. Torcuato Luca de Tena
m. Haruki Murakami / Thomas Mann
n. Vladimir Nabokov
o. George Orwell
p. Josep Pla
q. Horacio Quiroga
r. Juan Rulfo
s. Ernesto Sábato
t. Rabindranath Tagore
u. Miguel de Unamuno
v. Jorge Volpi
w. Virginia Wolf
x. Gao Xingian
y. Agustín Yañez
z. Gabriel Zaid

viernes, junio 10, 2005

Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso - Miguel Delibes

Miguel Delibes es, como la mayor parte de los ganadores del Cervantes españoles, casi desconocido en América. Yo no sé si en España se lea mucho, yo supongo que después de haber ganado el Nacional de las Letras y el Príncipe de Asturias, debe ser materia obligada.
Yo leí este libro sin premeditación alguna, lo compré simplemente porque estaba en oferta, tan buena, que no la pude dejar pasar. Me dio una agradable sorpresa, el libro es bastante divertido y su lectura es bastante ágil, cosa de agradecer después de mi última lectura.

Un sexagenario escribe cartas (como el título lo dice) a una mujer con su buen número de años también, a la cuál contacta a través de una revista en la que se anuncian los desesperados por pareja sentimental. Al principio las cartas son un poco frías y muy respetuosas, pero conforme pasa el tiempo va aumentando la intensidad, lo que resulta muy divertido para todos, desde el sexagenario hasta el lector (ficticio y real). Nunca sabemos de primera mano lo que piensa la mujer, nos vamos enterando poco a poco por medio solamente de las cartas de sexagenario, lo que hace que nuestra mente se llene de especulaciones y suposiciones muy interesantes.

Como dirían por aquí de las películas, el libro está dominguero.

jueves, junio 02, 2005

Por el camino de Zwann - Marcel Proust

Dicen los que saben, que Proust, Joyce y Kafka fueron los responsables de revolucionar la novela durante la primera mitad del siglo XX.
No es el momento de opinar sobre Joyce y Kafka, en alguna otra ocasión lo haré, pero por ahora me enfocaré exclusivamente en Proust. Las razones que recuerdo he escuchado o leído para decir que Proust revolucionó la novela son más o menos las siguientes:
- Detalla a la perfección las relaciones entre sociedad e individuo.
- Realiza un minucioso análisis del carácter de sus personajes y es capaz de captar hasta las manifestaciones más sutiles del alma humana.
- Su análisis social y psicológico es de una extraordinaria riqueza y de gran complejidad en su construcción.
Y por más que leo y reflexiono, ninguna de las razones anteriores me convence de esa tan refrita opinión sobre la revolución de la novela. Relaciones entre sociedad e individuo, ¿y dónde dejan a Flaubert, y a Stendhal? Análisis psicológico y descripción de la vida mental, ¿y Dostoyevski?
Lo único que me parece realmente innovador es su preocupación por el tiempo, pero tampoco hay que exagerar; en el prólogo a la edición que leí decía que, desde Proust, el tiempo ha pasado a ser el protagonista de la novela, pero por más que intento recordar las novelas del siglo XX que he leído, no encuentro ninguna en que el tiempo tenga tanta relevancia.
Hay que ser claros y justos en nuestros comentarios. Proust fue un excelente escritor, pero, aunque me encantaría creerlo, afirmar que revolucionó la novela no es más que pretensión de decir algo culto e inteligente sin ningún sustento válido.

Por el camino de Zwann es uno de los libros que, para ser leídos, requieren litros y litros de café, imposible hacerlo de otra manera, no podríamos pasar más de dos páginas seguidas sin caer profundamente dormidos. Y no significa esto que el libro sea malo, ni siquiera aburrido, simplemente es demasiado lento, pero es una lentitud hermosa, extremadamente melancólica.

El momento más desgarrador es, sin duda, el principio, cuando el niño sufre al saber que esa noche no recibirá el beso de su madre. Este principio es una advertencia de lo que seguirá, me gusta pensar en Proust buscando las palabras ideales para dar al lector una excelente oportunidad de seguir o abandonarlo.

Pero hay otros momentos maravillosos como el sueño de Zwann en que al final se da cuenta que aunque él ha estado caminando con Odette y Napoleón III, el muchacho que llora a su lado es también él; explicación maravillosa para el final del sufrimiento, su otro yo sufre pero su yo consciente (aunque onírico también) ha quedado tranquilo. O cuando describe una pieza musical como algo existente por sí mismo y cuyo compositor es solamente el encargado de quitarle los velos, la paja, todo lo que estorba, para poder mostrarlo al mundo. Podría escribir sobre muchos momentos extraordinarios que encontré durante la lectura, pero no es ese mi objetivo aquí, los dejo para el descubrimiento de los futuros lectores, o para el recuerdo de los anteriores.

No encuentro la manera, ¿cómo terminar este comentario si aún me faltan miles de páginas del Tiempo Perdido?