El baúl de los libros

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lunes, febrero 28, 2005

Tirano Banderas - Ramón del Valle Inclán

Ramón del Valle-Inclán es un clásico ejemplo del escritor que todos conocen y nadie lee. Seguramente en la secundaria tuve que memorizar su nombre como uno de los miembros de la generación del 98 sin entender muy bien qué significaba todo eso ni para qué tenía que llenar mi cabeza de basura.

He leído Tirano Banderas, la novela favorita de Valle-Inclán, con un poco de temor de aburrirme, pero ha sucedido algo diferente, no se puede decir que me haya pasando bostezando toda la lectura, pero tampoco diré que me divertí como nunca antes, lo dejaremos en que estuvo interesante.

Tirano Banderas es una novela latinoamericana escrita por un español en un lenguaje extraño que no es ni castellano, ni mexicano, ni cubano, ni argentino sino una mezcla imprecisa de un poco de todo iberoamérica.
Empieza igual a como empezaría una novela cualquiera de la revolución mexicana, un ranchero hablando con sus peones sobre la estrategia que seguirán en su ataque a los federales para por fin poder quitar al tirano del gobierno. No falta el desertor del gobierno que los está ayudando, ni el sufrido al que le mataron a su hijo y a su esposa. Seguimos con una aproximación al tirano y a lo malvado que es, luego vemos a los burócratas en un burdel, gachupines robando a los pobres y apoyando la tiranía y hasta actos de espiritismo.

La historia (con mayúscula o con minúscula) es lo de menos, solamente un pretexto para el experimento literario. Claro, el resultado del experimento es interesante, pero creo que me hubiera gustado más leer una obra que no tuviera solamente una excelente técnica y maestría, sino también un poco más de alma.

martes, febrero 22, 2005

El cementerio marino - Paul Valéry

Debería haber un gran jurado que decidiera lo que se debe y lo que no se debe traducir.

Yo no sé más que un poco de francés, pero cuando leí unas cuántas estrofas de Le Cimitière Marin me pareció tan melódico que me decidí a leerlo completo, pero, señores, no es lo mismo traducir un significado que un sentimiento, no es lo mismo

Tu n'as que moi pour contenir tes craintes!
Mes repentirs, mes doutes, mes contraintes
Sont le défaut de ton grand diamant! . . .


que

¡Tan sólo yo sustento tus temores!
Mi sumisión, mis dudas, mis apremios
Son el defecto de tu gran diamante...


Si Paul Valéry defendió la poesía por la poesía, más allá de todo significado, entonces no hay por qué traducirlo, no hay necesidad de entender con la razón, sólo hay que disfrutarla como se disfruta una pequeña pieza musical.

lunes, febrero 21, 2005

La Perla - John Steinbeck

Si se hiciera en uno de esos programas de conucursos de conocimientos generales que ahora dan por sacar en la televisión la siguiente pregunta:
-Nombre del escritor estadounidense ganador del Premio Nobel de Literatura, que en uno de sus libros describe la vida y tradiciones de un pueblito costero y pobre en un país latinoamericano,
seguramente la respuesta inmediata de algunos pocos que han leído un poco sería.
-¡¡Ernest Hemminway!!
Pero si en ese momento el orquestador del concurso dijera:
-Muy bien, ahora díganme otro
O bien, si en vez de decir país latinoamericano hubiera dicho México, o Baja California Sur, entonces nuestros queridos concursantes estarían en problemas.

La perla es un libro hermoso. No tiene nada que ver con lo anterior, es decir, ciertamente la acción se desarrolla en Baja California Sur en un pueblito de pescadores y recolectores de perlas entre La Paz y Loreto, ciértamente describe tradiciones y vida de los pobres inditos mexicanos, pero va un poco más allá.
La perla es un libro paradójico sobre la bondad que todos deseamos en nosotros y en los demás y sobre la maldad que es quizá nuestro verdadero sino.
Es un libro sobre los deseos y fantasías de mejora económica, moral y espiritual que todos decimos tener, y sobre la ambición desmedida incrustada en nuestro corazón.
La perla trata de mostrarnos que el encuentro con nuestra salvación puede convertirse en el peor de nuestros sueños más oscuros.

jueves, febrero 17, 2005

El cuaderno gris - Josep Pla

Lo único que sabía del cuaderno gris eran ciertos comentarios de dos amigos, uno dijo "Lo difícil es hacer un canto al paisaje que no le sobra nada, y vivir en ese paisaje. Lo difícil es cantar la suavidad repetida. ¿Qué estaría viendo ese señor?" el otro dijo "En lo personal, el cuaderno gris se me hace de las obras más aburridas que han sido escritas. Definitivamente algo aburridísimo, o imaginaba ese aburrimiento que dio lugar a cientos de páginas grises, de cuaderno gris".

Lo extraño es entonces que después de esos comentarios tan poco alagüeños, yo haya decidido leerlo, quizá sea por pura necedad, quizá quiera encontrar en el libro lo que mis amigos no supieron ver.

Empecé a leer y lo encontré entretenido, claro que solamente llevaba los dos primeros días del diario, no sabía lo que podría venir después.

Vinieron días y días enteros en que no pasaba nada absolutamente nada, el hombre iba a cafés y tertulias, a caminar por las calle y por los campos, hablaba de escritores catalanes nunca antes escuchados, iba con su familia a la playa para continuar sus actividades: nada. Vida rural primero, citadina después, acciones y tradiciones de los catalanes, mucho costumbrismo, poca historia, la negación total de que un buen libro debe tener una buena historia.

De repente todo cambia, en un momento determinado, después de muchos bostezos, me encunetro dentro del libro y no puedo dejar de leerlo. De un momento a otro dejo de pensar que el libro es aburrido y me parece maravilloso. ¿Qué es lo que sucedió?

Para ser sincero no sé por qué me gustó, no tengo ni la mejor idea, es en efecto un cuadrno gris con páginas grises, palabras grises y pensamientos grises.

Pero qué hermoso gris.

jueves, febrero 10, 2005

Un instante de silencio en el paredón - Imre Kertész

El holocausto como cultura, dice el subtítulo del libro. Una serie de conferencias/ensayos de Imre Kertész sobre el tema del holocausto y sus repercuciones sociales, psicológicas, políticas y literarias en la Europa de los noventa, después de la caída del muro.

Kertész habla sobre su país como realidad y sobre la patria como concepto; de varios escritores, húngaros y no, sobrevivientes o no; explica las afinidades y diferencias entre el nazismo y el estalinísmo, reflexiona sobre los campos de concentración y sobre la libertad perdida; no descanza hasta dejar claro que las matanzas y genocidios no son actos irracionales, sino perfectamente conscientes, a veces, incluso, la culminación o la piedra angular de alguna ideología.

Ser un extranjero, un exiliado, aunque sea en la propia patria, parece ser la única solución ¿a qué?